
En cuestión de meses, se ha vuelto una imagen común en todo el país: agentes de inmigración deteniendo a personas y llevándolas bajo custodia, a menudo en medio de la indignación y protesta pública que se desata a su alrededor.
Pero en el proceso, algo ha desaparecido: los rostros de los agentes, cubiertos con gorras, gafas de sol, cuellos tipo buff o pasamontañas, lo que los hace prácticamente imposibles de identificar.
Con solo medio año transcurrido, el rostro cubierto —utilizado por las fuerzas del orden en una oleada de redadas migratorias dirigidas por la Casa Blanca del presidente Donald Trump— se ha convertido en una de las imágenes más potentes y polémicas de 2025.
El aumento de operativos migratorios de alto perfil ya era un tema divisivo entre quienes se oponen a las políticas del gobierno de Trump y quienes las apoyan. La imagen de agentes enmascarados ejecutando estas acciones ha generado un nuevo nivel de conflicto, sin precedentes claros en la historia del orden público en Estados Unidos.
Funcionarios del gobierno de Trump han defendido de manera constante esta práctica, alegando que los agentes migratorios han sido objeto de acoso creciente tanto en público como en internet mientras cumplen con su labor, y que ocultar sus identidades es una medida para proteger su seguridad y la de sus familias, frente a amenazas como el doxxing —la publicación no autorizada de información personal en la red— o amenazas de muerte.
“Lamento si a la gente le ofende que usen máscaras, pero no voy a permitir que mis oficiales y agentes arriesguen sus vidas y las de sus familias solo porque a algunas personas no les gusta la labor de inmigración”, dijo en junio Todd Lyons, director interino del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés).
HAY RESISTENCIA, COMO ERA DE ESPERARSE
Demócratas y otros sectores, incluidos varios fiscales generales estatales, han expresado su oposición, afirmando que el uso de máscaras por parte de los agentes genera temor en el público y debería ser suspendido.
En una carta reciente dirigida a Lyons, un grupo de senadores demócratas señaló que el aumento en la aplicación de leyes migratorias en lugares de trabajo, restaurantes y otros sitios ya estaba causando alarma, y que la imagen cada vez más común de agentes enmascarados “representa un intento claro de intensificar ese miedo y caos, y de eludir la rendición de cuentas por las acciones de los agentes”.
En la cultura estadounidense, cubrirse el rostro a menudo se asocia con comportamientos negativos. Basta pensar en los bandidos con pañuelos en las películas del Viejo Oeste o en los ladrones que usan pasamontañas antes de asaltar un banco. Incluso los superhéroes de historietas que ocultan su rostro han sido retratados en los últimos años como “máscaras” en tono peyorativo, y se ha cuestionado su decisión de ocultar su identidad mientras imparten justicia.
La presencia de policías o fuerzas paramilitares enmascaradas en otros países ha sido percibida por los estadounidenses como contraria a la democracia y la justicia prometidas para todos —y contraria al principio del derecho consuetudinario de poder enfrentar a tus acusadores.
El uso de mascarillas en la vida cotidiana estadounidense también se vio afectado durante la pandemia de COVID-19, cuando muchos seguidores de Trump se burlaron de la idea de que las mascarillas protegían contra el virus mortal y despreciaron a quienes las usaban. Más recientemente, Trump se ha manifestado en contra de las máscaras, al menos cuando las llevan los manifestantes. En junio, publicó en redes sociales que los manifestantes que usen máscaras deberían ser arrestados.
Dado todo ese contexto cultural, resulta aún más problemático que quienes hacen cumplir la ley sean precisamente los que cubren sus rostros, dijo Tobias Winright, profesor de teología moral en la Universidad Pontificia de San Patricio en Maynooth, Irlanda. Ha trabajado en cuerpos policiales en EE. UU. y escribe con frecuencia sobre ética policial.
Si “lo que estás haciendo es legal y correcto”, dijo, “entonces ¿por qué ocultar tu identidad?”
EL PODER LE DA DIFERENTES SIGNIFICADOS A LOS MISMOS SÍMBOLOS
Para quienes se preguntan por qué es diferente que las fuerzas del orden usen máscaras si los manifestantes y otros civiles también lo hacen, la respuesta está en que los símbolos adquieren distintos significados dependiendo del poder y la posición de quienes los usan, explicó Alison Kinney, autora del libro Hood, sobre esa prenda y sus múltiples usos a lo largo de la historia.
“Los agentes de ICE son agentes del Estado, y están investidos no solo de poder sino también de protecciones al ejercer su labor”, dijo. “Pero ese trabajo también se supone que es un servicio público. También se supone que deben rendir cuentas al público y actuar con responsabilidad”.
“Y por eso tienen una mayor responsabilidad de ser transparentes, de rendir cuentas y de darse a conocer, para que podamos responsabilizarlos por la justicia o injusticia de sus actos”, añadió.
Las preocupaciones sobre cómo se exige rendición de cuentas a las fuerzas del orden ante la ciudadanía ya han surgido antes. Activistas impulsaron el uso obligatorio de cámaras corporales en los oficiales y exigieron que sus nombres y números de placa fueran visibles. Pero hasta ahora no ha habido mucho debate sobre el uso de máscaras policiales porque no existe un precedente histórico en Estados Unidos de que esto se haga de manera oficial y generalizada, fuera de operaciones SWAT o encubiertas, explicó Winright.
El ejemplo más conocido y negativo del uso de máscaras en la historia estadounidense con el fin de ocultar la identidad son los ataques racistas perpetrados por miembros del Ku Klux Klan.
Las máscaras cumplían, por supuesto, con el propósito de mantener en secreto la identidad de quienes las usaban, dijo Elaine Frantz, profesora de historia en la Universidad Estatal de Kent y autora del libro Ku-Klux: The Birth of the Klan during Reconstruction. Pero también facilitaban que quienes las portaban cometieran actos violentos contra otras personas, explicó.
“Una cosa sobre la máscara es que funciona un poco como un escudo antidisturbios”, dijo Frantz. “Cuando hay más separación entre tú y la persona a la que atacas, se vuelve más fácil deshumanizarla”.
Winright expresó su esperanza de que el uso de máscaras por parte de las fuerzas del orden no se normalice. Ya se ha visto al menos una expansión hacia el nivel local. En el condado de Nassau, en Long Island, justo a las afueras de la ciudad de Nueva York, el ejecutivo del condado, Bruce Blakeman, firmó en julio una orden ejecutiva que permite a los oficiales de policía usar máscaras durante ciertos tipos de trabajo, incluyendo colaboraciones con agentes migratorios.
Sin embargo, a Winright le preocupa que esta medida pueda tensar aún más las relaciones entre la policía y las comunidades, lo que pondría en mayor riesgo a los propios agentes.
“Usar una máscara parece aumentar el miedo y disminuir la confianza, y la labor policial en Estados Unidos —desde el nivel federal hasta el local— necesita confianza, transparencia y relaciones comunitarias positivas”, afirmó.
Y concluyó: “Los daños, los riesgos, son mayores al usar máscaras, no solo para los oficiales individuales, sino para la profesión misma y para la sociedad estadounidense. Solo va a seguir exacerbando la polarización de ‘nosotros contra ellos’, la falta de confianza, y eso es probablemente lo último que necesitamos en este momento”.
Deepti Hajela
Associated Press
NEW YORK, New York
Michael Owen Baker (AP)