
Imagina a un hombre con un altavoz frente a una escuela, gritando que arañas gigantes están secuestrando a niños del patio de recreo. No hay evidencia de ningún tipo de araña, gigante o no, no hay niños desaparecidos, ni testigos presenciales. Pero la afirmación es ruidosa, repetida y aterradora.
En cuestión de días, algunos padres exigen medidas. El hombre del altavoz declara la necesidad de implementar acciones urgentes de seguridad. Insiste en que los patios de recreo sean reforzados con concreto y malla metálica. Exige que se asignen fondos para combatir esta amenaza.
Empuja el tema como una cuña entre los padres del vecindario, creando una división polarizada entre quienes exigen la erradicación de todas las arañas gigantes y quienes piden pruebas de su existencia y una evaluación razonada de la supuesta emergencia.
Tras un período suficiente de caos, el hombre monta un espectáculo público en el que aplasta a unos insectos inofensivos y llama a esta campaña contra las arañas gigantes una victoria rotunda. Con cámaras grabando, proclama: “Detuvimos a las arañas gigantes”.
Esta escena satírica es una metáfora de cómo Donald Trump ha utilizado repetidamente afirmaciones falsas para moldear la opinión pública, justificar acciones extremas y declarar victorias convenientes, todo mientras deja intacta la mentira original.
Desde narrativas infundadas sobre fraude electoral hasta alarmismo sobre inmigrantes y curas falsas para la pandemia, el enfoque de Trump hacia el engaño político sigue un patrón bien definido. No es un accidente ni una anomalía, sino una estrategia deliberada.
Expertos en comunicación política y propaganda han documentado patrones similares en sistemas autoritarios, pero Trump lo ha perfeccionado como una actuación exclusivamente estadounidense. Estas son las siete etapas repetibles de lo que podría llamarse el “Ciclo de la Mentira de Trump”.
1. INVENTAR UNA AMENAZA
El primer paso es la invención de una crisis, una amenaza fabricada que provoca miedo, enojo o repulsión. A menudo se basa en una versión exagerada de una preocupación real: crimen, enfermedad, decadencia nacional. Pero el elemento central es falso. Trump ha afirmado que el fraude electoral robó las elecciones de 2020, que las turbinas eólicas causan cáncer, que musulmanes en Nueva Jersey celebraron los ataques del 11 de septiembre, y que millones de inmigrantes indocumentados votaron ilegalmente. Ninguna de estas afirmaciones tiene respaldo en evidencia creíble, pero fueron pronunciadas con certeza y repetición.
La mentira siempre es más grande que la vida misma: es masiva, criminal y urgente. Su tamaño es parte de su poder. Una mentira pequeña puede ser refutada. Una grande obliga a las personas a debatir en los términos del mentiroso, dándole oxígeno.
2. AMPLIFICAR EL PÁNICO
Tras plantar la falsedad, Trump eleva el volumen. A través de mítines de campaña, entrevistas, publicaciones en redes sociales y medios subordinados, la afirmación se repite tantas veces que comienza a sentirse familiar. Para muchos, esa familiaridad se traduce en verdad. Este es el “efecto de verdad ilusoria”, un fenómeno psicológico que ha sido explotado durante décadas en la propaganda.
Trump también refuerza la desconfianza hacia las instituciones encargadas de cuestionar la mentira. Presenta a la prensa como enemiga del pueblo, califica a las agencias gubernamentales como parte de un “estado profundo”, y acusa a los tribunales de parcialidad. Al desacreditar cualquier verificación externa, se posiciona como el único narrador confiable.
3. EXIGIR ACCIÓN INMEDIATA
La tercera etapa consiste en impulsar medidas urgentes o extremas en respuesta a la crisis falsa. Si la mentira tratara sobre arañas gigantes, la exigencia podría ser cerrar todos los patios de recreo. En la realidad, se traduce en llamados a deportaciones masivas, anulación de elecciones, represiones militares o expansión de la vigilancia.
Esta táctica cumple múltiples objetivos. Demuestra “liderazgo” ante su base, obliga a legisladores y funcionarios a tomar posturas incómodas, y crea la ilusión de que la crisis está siendo tomada en serio. Trump justifica con frecuencia sus propuestas más duras como reacciones necesarias ante los peligros que él mismo inventó.
4. REDIRIGIR DINERO Y RECURSOS
Una vez que la crisis falsa es aceptada por sus seguidores, Trump la utiliza para justificar reasignaciones concretas de poder o financiamiento. Esto puede incluir desviar fondos del Pentágono para construir un muro fronterizo, presionar a los estados para realizar auditorías electorales simuladas, o alentar a donantes privados a financiar batallas legales controvertidas.
La característica clave es el espectáculo sobre la sustancia. El cambio de recursos no necesita resolver ningún problema real, solo debe parecer audaz. Las consecuencias reales incluyen desperdicio de dinero público, debilitamiento de instituciones y daño a las normas cívicas.
5. MONTAR VICTORIAS SIMBÓLICAS
Trump rara vez resuelve la crisis inventada de manera medible. En su lugar, organiza momentos de éxito teatral. Estos incluyen conferencias de prensa frente a muros incompletos, cambios de política sin mecanismos de cumplimiento, o espectáculos como alzar una Biblia frente a una iglesia tras el desalojo violento de manifestantes por fuerzas militares.
En el caso de las arañas gigantes, podría aplastar algunos insectos inofensivos y declarar que el patio es seguro otra vez. El espectáculo se convierte en sustancia.
6. DECLARAR REIVINDICACIÓN TOTAL
Una vez que se proclama la victoria simbólica, Trump se presenta como reivindicado desde el principio, incluso si ninguna de las afirmaciones originales ha sido comprobada. Con frecuencia retrata a sus críticos como perdedores resentidos y reformula sus fracasos como éxitos. La ausencia de arañas gigantes se convierte en prueba de que su campaña contra las arañas funcionó.
En realidad, la mentira nunca fue cierta, pero en este punto eso ya no importa. La narrativa de victoria se afianza.
7. REUTILIZAR LA MENTIRA
Finalmente, incluso después de que la crisis se desvanece, Trump suele reciclar la mentira en una nueva forma. Las afirmaciones antiguas se reformulan con detalles distintos o se utilizan para justificar otras políticas. Por ejemplo, después de que los tribunales desestimaron sus demandas por fraude electoral, Trump siguió alegando un sistema manipulado. Luego impulsó nuevas restricciones al voto o pruebas de lealtad entre candidatos del Partido Republicano.
Las mentiras se vuelven modulares. Evolucionan según el momento político.
Este ciclo le ha permitido a Trump no solo moldear las narrativas mediáticas, sino también convertir la desinformación en una herramienta de gobierno. No importa si una afirmación es desmentida. Lo que importa es que desvíe la atención, cree conflicto y obligue a otros a responder en sus términos. Con el tiempo, esto genera agotamiento y confusión, condiciones que benefician a un líder que prospera en el espectáculo más que en la sustancia.
El impacto no es solo político. Para muchos estadounidenses, navegar un flujo constante de desinformación provoca fatiga emocional y psicológica. Fractura familias, erosiona la realidad compartida y profundiza la desconfianza cívica. A medida que las mentiras se multiplican, el costo se vuelve cultural.
Sin embargo, aunque el ciclo es poderoso, no es indestructible. Existen estrategias claras que las personas pueden usar para reconocer y resistir este patrón antes de que se arraigue.
CÓMO RECONOCER EL CICLO DE MENTIRAS
El primer paso es la conciencia. Las mentiras de Trump no son aleatorias. Siguen una estructura repetible que puede aprenderse y anticiparse. Si surge una afirmación dramática de repente, especialmente a través de sus canales partidistas, pregúntate si existe evidencia verificable de fuentes neutrales.
¿La afirmación apela al shock emocional más que a los hechos? ¿Está seguida rápidamente por llamados a medidas extremas?
Observa la progresión. Se declara una crisis, se exige una solución y luego se monta una puesta en escena. Cuando este arco se repite en distintos temas —desde inmigración hasta salud pública—, se vuelve más fácil detectar la manipulación.
CÓMO REDUCIR EL ESTRÉS Y LA FATIGA POR DESINFORMACIÓN
Una vez reconocido el patrón, el objetivo no es refutar cada falsedad, sino evitar que controle tu atención. Aquí algunas tácticas respaldadas por expertos en alfabetización mediática y psicología:
• No amplifiques afirmaciones falsas, ni siquiera para refutarlas. Repetir la mentira, incluso para desmentirla, refuerza su familiaridad. En su lugar, enfócate en compartir hechos verificados de fuentes confiables.
• Nombra la táctica, no el contenido. En lugar de decir “eso no es verdad”, di “esto es una distracción” o “esto sigue el mismo patrón que ya hemos visto”. Reformular la conversación devuelve el control al público.
• Establece límites personales de información. La desinformación prospera en el agotamiento emocional. Limita tu consumo diario de contenido político, especialmente en plataformas reactivas como X o Facebook. Usa extensiones de navegador para filtrar fuentes conocidas de manipulación.
• Fortalece la realidad compartida. El mejor antídoto contra las mentiras utilizadas como arma son las relaciones confiables. Habla con personas de buena fe, comparte información verificada con calma y evita discusiones provocadoras. Las mentiras necesitan conflicto para propagarse.
• Apoya reformas estructurales. Las acciones individuales ayudan, pero una resistencia duradera requiere cambios de política —mayor alfabetización mediática en las escuelas, mejor etiquetado de contenido por parte de las plataformas y consecuencias para figuras públicas que difunden desinformación reiteradamente.
UNA MENTIRA AL SERVICIO DEL PODER
La metáfora de las “arañas gigantes” es absurda por diseño, pero el patrón emocional que describe es real y sigue en uso. Cuando Trump afirmó en 2020 que los demócratas estaban usando la pandemia para manipular las elecciones, la mentira no se trataba solo del voto por correo. Se trataba de deslegitimar una posible derrota antes de que ocurriera.
Cuando dijo en 2015 que los inmigrantes mexicanos estaban “trayendo crimen”, la mentira no se basaba en estadísticas. Se trataba de crear un chivo expiatorio.
En cada caso, las mentiras sirvieron a un propósito. Presentaron a Trump como el único protector frente a un mundo lleno de amenazas, reales o imaginarias. Los costos quedaron a cargo del público: en pérdida de confianza, recursos malgastados y divisiones profundas.
Comprender el ciclo de vida de una mentira trumpista no se trata solo de verificar el pasado. Se trata de crear inmunidad frente al futuro. Las tácticas volverán, si no de parte de Trump, entonces de quienes estudiaron su manual. La mejor defensa es un público que conozca el guion antes de que se suba el telón.
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Cora Yalbrin (via ai@milwaukee)