
El mundo podría estar replanteándose el llamado sueño americano. Durante siglos, personas de otros países vieron a Estados Unidos como una tierra de acogida y oportunidades.
Ahora, el impulso de Donald Trump por llevar a cabo deportaciones masivas de migrantes agita las calles de Los Ángeles, los campus universitarios e incluso las iglesias —y alimenta un replanteamiento global sobre las virtudes y promesas de venir a Estados Unidos.
“El mensaje que llega desde Washington es que no eres bienvenido en Estados Unidos”, dijo Edwin van Rest, director ejecutivo de Studyportals, una organización que rastrea en tiempo real las búsquedas de estudiantes internacionales que consideran estudiar en otros países. Según la entidad, el interés por estudiar en EE. UU. ha caído a su nivel más bajo desde la pandemia de COVID-19. “La realidad es que hay grandes oportunidades en otros lugares”.
Durante mucho tiempo ha existido una visión romantizada sobre la inmigración y Estados Unidos. La realidad siempre ha sido distinta, con la raza y la etnicidad desempeñando roles innegables en la tensión sobre quién puede ser estadounidense. Estados Unidos sigue llamando a las “masas hacinadas” desde el pedestal de la Estatua de la Libertad. Su fuerte economía ha seguido atrayendo a millones cada año, lo que ha llevado a que la población supere los 340 millones.
Primeras señales en sectores como el turismo, el comercio, el entretenimiento y la educación sugieren que el sueño americano se está desvaneciendo para los extranjeros que históricamente han acudido en masa a EE. UU.
Una encuesta del Pew Research Center, realizada entre enero y abril, halló que la opinión sobre EE. UU. empeoró en 15 de los 24 países encuestados respecto al año anterior.
Trump y muchos de sus seguidores sostienen que los migrantes en situación irregular amenazan la seguridad, el empleo y la cultura del país. Pero también personas con estatus legal han quedado atrapadas en la red represiva de Trump. Eso genera recelo incluso entre quienes consideran visitar EE. UU. como turistas.
La guerra arancelaria global de Trump y su ofensiva contra estudiantes internacionales con posturas pro palestinas siguen presentes en la memoria de quienes durante décadas clamaron por participar del país de la libertad de expresión y las oportunidades.
“Las probabilidades de que ocurra algo realmente horrible son casi nulas”, escribió Duncan Greaves, de 62 años y residente en Queensland, Australia, al responder en Reddit a un usuario que preguntaba si valía la pena arriesgarse a vacacionar en la tierra de los asados, los grandes paisajes y los fuegos artificiales del 4 de julio. “Básicamente, es como la frase de Harry el sucio: ‘¿Te sientes con suerte?’”
“EL CREDO AMERICANO” Y EL DILEMA DE SER ESTADOUNIDENSE
Durante gran parte de su historia, Estados Unidos fomentó la inmigración como una forma de alimentar su crecimiento intelectual y económico.
Pero desde el inicio, el país ha luchado con la pregunta de quién tiene derecho a ser estadounidense. La nueva nación se construyó sobre tierras brutalmente arrebatadas a los pueblos indígenas. Más tarde fue poblada por millones de africanos esclavizados.
La Guerra Civil estadounidense estalló en parte por esa misma cuestión. La Ley de Exclusión China de 1882 prohibió la inmigración de trabajadores chinos durante una década. Durante la Segunda Guerra Mundial, el gobierno de EE. UU. encarceló a unas 120,000 personas de ascendencia japonesa en 10 campos de concentración. Cerca de dos tercios eran ciudadanos estadounidenses.
Aun así, Estados Unidos siempre ha sido una nación de inmigrantes, guiada por el “Credo Americano” formulado por Thomas Jefferson, que sostiene que los principios de igualdad, trabajo duro y libertad son intrínsecamente estadounidenses.
Después de todo, todos provienen de algún lugar —un hecho subrayado en cámara en la Oficina Oval en junio, cuando el canciller alemán Friedrich Merz entregó al presidente el acta de nacimiento enmarcada del abuelo de Trump, también llamado Friedrich, quien emigró desde Alemania en 1885. Fue uno de los millones de alemanes que huyeron de la guerra y la crisis económica para mudarse a Estados Unidos a finales del siglo XIX.
Esa historia también sugiere que la familia Trump conoce tanto los triunfos de la inmigración como la lucha y la vergüenza de ser expulsado.
Tras casarse y hacer fortuna en Estados Unidos, el abuelo Trump obtuvo la ciudadanía estadounidense e intentó regresar a Alemania. Fue expulsado por no haber cumplido con el servicio militar obligatorio —y escribió sobre esa experiencia.
“¿Por qué deberíamos ser deportados? Esto es muy, muy duro para una familia”, escribió Friedrich Trump al príncipe regente Luitpold de Baviera en 1905, según una traducción publicada por la revista Harper’s. “¿Qué pensarán nuestros conciudadanos si a súbditos honestos se les impone semejante decreto —sin mencionar las grandes pérdidas materiales que causaría?”
El propio Trump se ha casado con dos mujeres inmigrantes: la fallecida Ivana Zelníčková Trump, originaria de lo que hoy es la República Checa, y su actual esposa, Melania Knauss Trump, de Eslovenia.
LLEGAR A ESTADOS UNIDOS ES EL PROBLEMA PARA TRUMP
Es difícil exagerar cuánto ha cambiado la inmigración el rostro y la cultura de Estados Unidos —y cuánto ha dividido al país.
En 2024, la inmigración impulsó el crecimiento demográfico de EE. UU. al ritmo más rápido en 23 años, según informó en diciembre la Oficina del Censo. Casi 2.8 millones de personas más inmigraron al país en comparación con 2023, en parte debido a un nuevo método de conteo que incluye a quienes fueron admitidos por razones humanitarias. La migración internacional neta representó el 84 % del incremento de 3.3 millones de habitantes en los datos más recientes.
En 16 estados, la inmigración representó el total del crecimiento poblacional, que de otro modo habría sido negativo, según el Brookings Institution.
Pero mientras algunos estadounidenses ven la inmigración principalmente como una fuente de trabajadores y talento, Trump la califica como una “invasión”, una postura que ha sostenido durante años.
Desde su regreso a la Casa Blanca, Trump ha emprendido una campaña de control migratorio de gran alcance que ha llevado al límite el poder ejecutivo y ha chocado con jueces federales que intentan restringirlo por invocar facultades especiales para deportar personas, cancelar visas y enviar deportados a terceros países.
En su segundo mandato, a diferencia del primero, no ha retrocedido en posturas impopulares sobre inmigración. Por el contrario, el tema ha emergido como su carta más fuerte en las encuestas públicas, reflejo tanto de su dominio sobre la base republicana como de un cambio más amplio en la opinión pública.
Una encuesta realizada en junio por el Centro de Investigación de Asuntos Públicos de Associated Press–NORC encontró que el 46 % de los adultos en EE. UU. aprueba la gestión de Trump en materia migratoria, casi 10 puntos porcentuales más que su aprobación en economía y comercio. El sondeo fue realizado al inicio de las protestas en Los Ángeles y no incluyó preguntas sobre el despliegue militar de Trump en la ciudad.
OTROS PAÍSES ABREN SUS PUERTAS
Estados Unidos sigue siendo visto como una potencia económica, aunque en más países se considera que China es ahora la principal economía mundial, según la encuesta de Pew. No está claro si las políticas de Trump podrían causar una fuga significativa de estudiantes internacionales y otras personas que se sienten bajo asedio en EE. UU.
Studyportals, con sede en los Países Bajos, que analiza las búsquedas de escuelas internacionales por parte de millones de estudiantes en todo el mundo, reportó que las visitas semanales a páginas de programas universitarios en EE. UU. se redujeron a la mitad entre el 5 de enero y finales de abril. La organización predijo que, si la tendencia continúa, la demanda de programas en EE. UU. podría desplomarse aún más, con una pérdida de terreno frente a países como el Reino Unido y Australia.
“Los estudiantes internacionales y sus familias buscan previsibilidad y seguridad al elegir en qué país confiar su futuro”, dijo Fanta Aw, directora ejecutiva de NAFSA, que representa a educadores internacionales. “Las acciones recientes del gobierno de EE. UU. han sacudido naturalmente su confianza en el país”.
Laurie Kellman
Associated Press
LONDON, England
Gregory Bull (AP) and MaxyM (via Shutterstock)